9. 1.El fuego fatuo está extraviado en el bosque.2.Descubre en el bosque a otros personajes.3.Conversa con los personajes y les cuenta para qué está haciendo el viaje.
10. a) Era un tipejo muy fino, con un trajecito de colores y un sombrero de copa rojo; b) Era dos veces mayor que el fuego fatuo y parecía una oruga negra; c) Parecía hecho de piedra gris y tenía casi diez pies de largo.
11. Respuesta libre.
CRUCIGRAMA INTERMINABLE
1.- Bastian
2.- Baltazar
3.- Atreyu
4.- Auryn
5.- Fantasía
La
tarea de hoy, siguiendo con la
obra del escritor
Michael Ende, va de otro de sus libros más conocidos “Momo”.
Váis a leer este fragmento
llamado “Momo llega al lugar de donde viene el tiempo” y después
realizaremos las actividades que tenemos debajo, en la libreta. No
olvidéis poner la fecha y
buscar en el glosario o el diccionario, las palabras que no conozcáis
su significado.
*(El
alumnado que acude a PT o apoyo que realice estas actividades, no
tiene que copiar los enunciados, simplemente el número y
letra
de la
actividad)
Momo llega al lugar de donde viene el tiempo.
—¿Te
gustan los acertijos? —le preguntó el maestro Hora, como quien no
quiere la cosa, mientras seguía su camino.
—¡Sí! ¡Mucho! —contestó Momo—. ¿Sabes alguno?
—Sí —dijo el maestro Hora, mirando sonriente a Momo—, pero es muy difícil. Muy pocos saben resolverlo.
—Eso está bien —dijo Momo—, así me lo aprenderé más tarde y se lo repetiré a mis amigos.
—A ver si lo adivinas —contestó el maestro Hora—. Atiende:
—¡Sí! ¡Mucho! —contestó Momo—. ¿Sabes alguno?
—Sí —dijo el maestro Hora, mirando sonriente a Momo—, pero es muy difícil. Muy pocos saben resolverlo.
—Eso está bien —dijo Momo—, así me lo aprenderé más tarde y se lo repetiré a mis amigos.
—A ver si lo adivinas —contestó el maestro Hora—. Atiende:
Tres
hermanos viven en una casa: son de veras diferentes;
siquieres
distinguirlos, los tres se parecen.
El
primero no está: ha de venir.
El
segundo no está: ya se fue.
Sólo
está el tercero, menor de todos;
sin
él, no existirían los otros.
Aun
así, el tercero sólo existe
porque
el segundo se convierte el primero.
Si
quieres mirarlo
no
ves más que otro de sus hermanos.
Dime
pues: ¿los tres son uno?,
¿o
sólo dos?, ¿o ninguno?
Si
sabes cómo se llaman
reconocerás
tres soberanos.
Juntos
reinan en un país
que
ellos son. En eso son iguales.
El
maestro Hora miró a Momo y agitó la cabeza, dándole ánimos. Había
escuchado con mucha atención. Como tenía muy buena memoria, repitió
el acertijo palabra por palabra.
—¡Uy! —exclamó entonces—. Sí que es difícil. No tengo ni idea de lo que podría ser. Ni siquiera sé por dónde empezar.
—¡Inténtalo! —dijo el maestro Hora.
Momo volvió a murmurar el acertijo desde el principio hasta el fin. Entonces movió la cabeza.
—No puedo —se resignó.
Mientras tanto se había acercado la tortuga. Estaba al lado del maestro Hora y miraba atentamente a Momo.
—Y bien, Casiopea —le preguntó el maestro Hora—, tú lo sabes todo media hora antes. ¿Sabrá Momo resolver el acertijo? “Sabrá” apareció en el caparazón de Casiopea.
—¡Lo ves! —le dijo el maestro Hora a Momo—. Lo resolverás. Casiopea no se equivoca nunca.
—¡Uy! —exclamó entonces—. Sí que es difícil. No tengo ni idea de lo que podría ser. Ni siquiera sé por dónde empezar.
—¡Inténtalo! —dijo el maestro Hora.
Momo volvió a murmurar el acertijo desde el principio hasta el fin. Entonces movió la cabeza.
—No puedo —se resignó.
Mientras tanto se había acercado la tortuga. Estaba al lado del maestro Hora y miraba atentamente a Momo.
—Y bien, Casiopea —le preguntó el maestro Hora—, tú lo sabes todo media hora antes. ¿Sabrá Momo resolver el acertijo? “Sabrá” apareció en el caparazón de Casiopea.
—¡Lo ves! —le dijo el maestro Hora a Momo—. Lo resolverás. Casiopea no se equivoca nunca.
Momo
arrugó la frente y volvió a pensar esforzadamente. ¿Qué tres
hermanos había que vivieran juntos en una casa? Estaba claro que no
se trataba de hombres. En los acertijos, los hermanos siempre eran
semillas de manzana o dientes, o cosas así, pero siempre cosas de la
misma especie. Pero aquí se trataba de tres hermanos que, de alguna
manera, se convertían el uno en el otro. ¿Qué cosas había que se
convirtieran la una en la otra? Momo miró alrededor. Allí había,
por ejemplo, las velas con sus llamas inmóviles. En ellas, la cera
se transformaba en luz a través de la llama. Sí, eso eran tres
hermanos. Pero no, no iba, porque los tres estaban allí. Y dos de
ellos “no” debían estar.
Quizá
podía ser algo así como flor, fruto y semilla. Era verdad, había
muchas cosas que concordaban.
La semilla era el menor de los tres. Y cuando ella estaba, los otros
dos no estaban. Y sin ella no existirían los otros. Pero no iba.
Porque a la semilla se la podía mirar perfectamente bien. Y el
acertijo decía que, de querer mirar al menor, sólo se veía alguno
de los otros dos.
Los pensamientos de Momo revoloteaban locos. No encontraba la menor pista. Pero Casiopea había dicho que encontraría la solución. De modo que volvió a empezar por el principio y repitió lentamente las palabras del acertijo. Cuando llegó al lugar que dice: El primero “no” está: ha de venir... vio que la tortuga le guiñaba un ojo. Sobre su caparazón aparecieron las palabras “Lo que sé”, para desaparecer de nuevo al instante.
Los pensamientos de Momo revoloteaban locos. No encontraba la menor pista. Pero Casiopea había dicho que encontraría la solución. De modo que volvió a empezar por el principio y repitió lentamente las palabras del acertijo. Cuando llegó al lugar que dice: El primero “no” está: ha de venir... vio que la tortuga le guiñaba un ojo. Sobre su caparazón aparecieron las palabras “Lo que sé”, para desaparecer de nuevo al instante.
—¡Calla,
Casiopea —dijo sonriente el maestro Hora, que no la había mirado—.
No se lo soples. Momo sabe hacerlo sola.
Claro
que Momo había visto las palabras en el caparazón de la tortuga, y
empezó a pensar qué querían decir. ¿Qué era lo que sabía
Casiopea? Sabía que Momo resolvería el acertijo. Pero eso no
resolvía nada. ¿Qué más sabía? Siempre sabía qué iba a
ocurrir. Sabía...
—¡El
futuro! —gritó Momo—. El primero “no” no está: ha de venir:
es el futuro.
El
maestro Hora asintió.
—Y
el segundo —prosiguió Momo ”no” está: ya se fue: es el
pasado.
El
maestro Hora asintió y sonrió encantado.
—Pero
ahora —dijo Momo pensativa—, ahora se vuelve difícil. ¿Quién
es el tercero? Es el menor de todos, sin él no existirían los
otros, dice. Pero es el único que está. Reflexionó y exclamó de
repente:
—¡Es
ahora! ¡Este instante! El pasado son los instantes que ya han sido y
el futuro son los que han de venir. Así que los dos no existirían
si no hubiera presente. Eso es verdad.
A
Momo empezaban a encendérsele las mejillas por el esfuerzo.
Continuó:
—¿Pero
qué significa lo que viene ahora? Aun así, el tercero sólo existe
porque en el segundo se convierte el primero... Eso quiere decir que
el presente sólo existe porque el futuro se convierte en pasado.
Miró,
sorprendida, al maestro Hora.
—¡Es
verdad! Nunca se me había ocurrido. Pero entonces, en realidad, no
existe el instante, sólo el pasado o el futuro. Porque ahora, por
ejemplo, este instante... cuando hablo de él ya ha pasado. Ahora
entiendo lo que quiere decir: Si quieres mirarlo, no ves más que
otro de sus hermanos. Y ahora entiendo también lo demás, porque se
puede pensar que sólo existe uno de los tres hermanos: o el
presente, o el futuro o el pasado. O ninguno, porque uno sólo existe
porque también hay los demás. Se le revuelve a uno la cabeza.
—Pero
el acertijo no ha terminado todavía —dijo el maestro Hora—.
¿Cuál es el país en que los tres reinan juntos y que ellos mismos
son?
Momo
le miró perpleja. ¿Qué podría ser eso? ¿Qué eran juntos, el
pasado, el presente y el futuro? Paseó la vista por la inmensa sala,
a lo largo de los millares de relojes, y de repente cruzó sus ojos
un relámpago.
—¡El
tiempo! —exclamó, mientras batía palmas—. ¡Sí, es el tiempo!
¡Es el tiempo!
—Dime
todavía cuál es la casa en la que viven los tres hermanos —le
exigió el maestro Hora.
—Es
el mundo —contestó Momo.
—¡Bravo!
—exclamó el maestro Hora, mientras también daba palmadas—. Te
felicito, Momo. Tú sí que sabes resolver acertijos. Me has dado una
gran alegría.
—A
mí también —contestó Momo, que se sorprendía un poco de por qué
le daba tanta alegría al maestro Hora el que ella supiera resolver
el acertijo.
Siguieron
paseando por la gran sala y el maestro Hora le fue enseñando más
cosas todavía, pero Momo todavía estaba pensando en el acertijo.
—Dime
—dijo al final—, ¿qué es el tiempo, de verdad?
—Si
acabas de descubrirlo tú misma —le contestó el maestro Hora.
—No
—dijo Momo—, quiero decir el tiempo mismo. Tiene que ser una cosa
u otra. Existe. ¿Qué es en realidad?
—Sería
bonito —contestó el maestro Hora— que también a esto pudieras
contestar tú misma.
Momo
reflexionó largo rato.
—Está
ahí —dijo, hundida en sus pensamientos—, eso es seguro. Pero no
se le puede tocar. Ni retener. ¿Acaso sea algo parecido a un olor?
Pero también es algo que siempre pasa. Así que tiene que venir de
algún lugar. ¿Acaso es algo así como el viento? O no. Ya lo sé.
Quizá sea una especie de música que no se oye porque suena siempre.
Aunque creo que ya la he oído alguna vez, muy bajito.
—Lo
sé —asintió el maestro Hora—, por eso pude hacerte venir hasta
aquí.
—Pero
aún tiene que ser algo más —continuó Momo, que seguía
persiguiendo sus pensamientos—, porque la música venía de muy
lejos, pero sonaba muy dentro de mí.
Puede que con el tiempo ocurra lo mismo. —Calló, trastornada, y añadió, perpleja—: Quiero decir, como las olas se originan en el agua por el viento. Bah, no estoy diciendo más que tonterías.
Puede que con el tiempo ocurra lo mismo. —Calló, trastornada, y añadió, perpleja—: Quiero decir, como las olas se originan en el agua por el viento. Bah, no estoy diciendo más que tonterías.
—Creo
—dijo el maestro Hora—, que lo has dicho de un modo muy bonito.
Por eso te voy a confiar un secreto: de aquí, de la casa de “Ninguna
Parte”, en la calle de “Jamás”, viene el tiempo de todos los
hombres.
Momo
le miró, admirada.
—¡Oh!
—dijo en voz baja—. ¿Lo haces tú mismo?
El
maestro Hora volvió a sonreír.
—No,
querida niña. Yo sólo soy el administrador.
Mi obligación es dar a cada hombre el tiempo que le está destinado.
—¿No
podrías organizarlo de tal manera —preguntó Momo—, que los
ladrones de tiempo no pudieran robar más a los hombres?
—No,
eso no puedo hacerlo —contestó el maestro Hora—, porque lo que
los hombres hacen con su tiempo, tienen que decidirlo ellos mismos.
También son ellos quienes han de defenderlo. Yo sólo
puedo adjudicárselo.
Momo
recorrió con la mirada la sala y preguntó:
—Para
eso tienes tantos relojes, ¿no? ¿Uno para cada hombre?
—No,
Momo —contestó el maestro Hora—. Esos relojes no son más que
una afición
mía.
Sólo son reproducciones muy imperfectas de algo que todo hombre
lleva en su pecho. Porque al igual que tenéis ojos para ver la luz,
oídos para oír los sonidos, tenéis un corazón para percibir,
con él, el tiempo. Y todo el tiempo que no se percibe con el corazón
está tan perdido como los colores del arco iris para un ciego o el
canto de un pájaro para un sordo. Pero, por desgracia, hay corazones
ciegos y sordos que no perciben nada, a pesar de latir.
—¿Y
si un día mi corazón dejara de latir? —preguntó Momo.
—Entonces
—replicó el maestro Hora—, el tiempo se habrá acabado para ti,
mi niña.
También se podría decir que eres tú quien vuelve a través del tiempo, a través de todos tus días y noches, tus meses y años. Regresas a través de tu vida hasta llegar al gran portal de plata por el que una vez entraste. Por allí vuelves a salir.
También se podría decir que eres tú quien vuelve a través del tiempo, a través de todos tus días y noches, tus meses y años. Regresas a través de tu vida hasta llegar al gran portal de plata por el que una vez entraste. Por allí vuelves a salir.
—¿Y
qué hay del otro lado?
—Entonces
has llegado al lugar de donde procede la música que, muy bajito, ya
has oído alguna vez. Pero entonces tú formas parte de ella, eres un
sonido dentro de ella.
Miró,
inquisitivo,
a Momo.
—Pero
eso no podrás entenderlo todavía, ¿verdad?
—Sí
—contestó Momo—, creo que sí.
Recordó
su camino a través de la calle de “Jamás”, en la que lo había
vivido todo al revés, y preguntó:
—¿Eres
tú la muerte?
El
maestro Hora sonrió y calló un rato antes de contestar: —Si los
hombres supiesen lo que es la muerte ya no le tendrían miedo. Y si
ya no le tuvieran miedo, nadie podría robarles, nunca más, su
tiempo de vida.
—No
hace falta más que decírselo —propuso Momo.
—¿Tú
crees? —preguntó el maestro Hora—. Yo se lo digo con cada hora
que les adjudico. Pero creo que no quieren escucharlo. Prefieren
creer a aquellos que les dan miedo. Eso también es un enigma.
—Yo
no tengo miedo —dijo Momo.
El
maestro Hora asintió lentamente. Miró largo rato a Momo para
preguntarle:
—¿Quieres
ver de dónde procede el tiempo?
—Sí
—murmuró.
—Yo
te conduciré —dijo el maestro Hora—. Pero en aquel lugar hay que
callar. No se puede preguntar ni decir nada. ¿Me lo prometes?
Momo
asintió, muda.
Extracto
de "Momo";
Michael Ende (1978)
GLOSARIO DE PALBRAS COMPLICADAS
SOBERANO:
Rey o regente.
PERPLEJA:
Dudosa, confusa.
RETENER:
Conservar, impedir que algo se mueva o interactúe.
TRASTONRNAR:
Inquietar, perturbar.
ADMINISTRAR:
Repartir, disponer.
ADJUDICAR:
Entregar, repartir, disponer.
AFICIÓN:
inclinación
por alguien o algo, hobby.
INQUISITIVO:
quien
inquiere o averigua astutamente, con cuidado.
PERCIBIR:
Sentir.
ENIGMA:
interrogante, acertijo.
ACTIVIDADES
1.
Responde
a las siguientes preguntas:
a)
¿Cuántos eran los hermanos del acertijo?
b)
¿Cuánto tiempo sabe las cosas Casiopea antes de que ocurran?
c)
¿Qué es lo que sabía Casiopea?
d)
¿Quienes eran los tres hermanos del acertijo?
e)
¿Y el país en el que viven?
f)
¿Y su casa?
g)
¿Cuál es el trabajo del Maestro Hora?
2.
Indica
si son verdaderas o falsas las siguientes frases. Justifica tus
respuestas:
a)
A Momo no le gustan los acertijos porque es muy mala resolviéndolos.
b)
El acertijo del Maestro Hora es acerca del tiempo.
c)
Casiopea le dice la respuesta del acertijo a Momo.
d)
Cada reloj del Maestro Hora simboliza la vida de una persona.
3.
Reflexiona
las siguientes cuestiones:
¿Qué
es lo que nos intenta mostrar Michael Ende a través de este
fragmento?
¿Qué
significa "todo
el tiempo que no se percibe con el corazón está tan perdido como
los colores del arco iris para un ciego"?
¿Qué
es para ti el tiempo? Para ello puedes crean un relato corto, un
poema o un acertijo.
Para
superar el reto
de
hoy, debéis resolver el siguiente acertijo:
Corre
más que un ciclista,
nunca da marcha atrás,
si lo pierdes de vista,
¡cómo envejecerás!
nunca da marcha atrás,
si lo pierdes de vista,
¡cómo envejecerás!
También quería recomendaros la película de “Momo”,
sobre todo si os gustó “La Historia Interminable”. Os dejo el
enlace a Youtube, donde la podéis ver, y
sobre todo fijaros al
principio de la película, en
el
hombre de anteojos y periódico ¿Sabéis
quién es?
Y no me podía ir sin poneros el vídeo de la poesía de vuestra compañera Claudia, que ha hecho una presentación muy pero que muy chula. Os animo a que sigáis mandando vídeos si aún no lo habéis hecho. ¡Hasta mañana!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola profe, en el ejercio 10 de la corrección de hoy, te dice que lo ordenes por tamaños, ¿Cuál es la respuesta?.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Marcos, están puestos en el orden por tamaño de menos a mayor: a(diminutense), b(silfo nocturno), c (gigante)
ResponderEliminarHola profe.Gracias x decir lo de mi poesia.😜
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias profe.
ResponderEliminarhola profe soy Sara Lopez de 5B lo de natural también es para nosotros
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